Un homenaje a quienes otorgan vida
No hace mucho, La Perla de América, fue testigo de historias conmovedoras, que de no haber sido por las ganas de contribuir a la memoria histórica de Colombia, de docentes universitarios dedicados al “mejor oficio del mundo”, como lo diría nuestro Premio Nobel de Literatura Gabriel García Márquez, estas líneas no se hubieran podido construir. El proyecto de investigación Narrativas para la reconstrucción de la memoria del conflicto armado en Colombia en colaboración con la Fuerza Pública 1998-2018, nos permite hacer un acercamiento a los relatos de un grupo de personas que han vivido el conflicto armado en Colombia de distintas maneras. El Intendente Juan Carlos Rueda Martínez, se despoja de la timidez que lo caracteriza y sus ojos se concentran en retroceder algunos años y vivir de nuevo esos momentos que lo hicieron el ser que es ahora, un hombre que ama su profesión tanto como a su familia y a su país.
Sentado en una silla blanca, vestido de pies a cabeza impecable con su uniforme verde militar, en el lado derecho del brazo es visible su nombre y el grado que representa, como también la bandera de su país, mientras que en el lado izquierdo resalta el nombre de la institución, que desde hace 24 años, se ha convertido en su segunda familia: la Policía Nacional de Colombia; su uniforme es acompañado por una boina del mismo color, con un borde negro que se ajusta a su cabeza y en el centro, en una combinación de colores verde y dorado, se divisa el escudo de Comandos Jungla, conocido como la unidad de operaciones especiales militares, que hace parte de la policía y de la cual Juan Carlos es integrante hace 19 años.
El encuadre de la historia es perfecto, la plática se da en un lugar abierto, sobre un pasto que se nota recién podado, hay un caminito de piedras y detrás de Juan Carlos, sobresale un gran arbusto color verde, adornado por unas cuantas flores de color rojo, pero sin duda, lo más llamativo de la escena es el letrero de Comandos Jungla que cuelga al lado izquierdo; por lo demás, hay un completo silencio que es llenado por la voz de Juan Carlos, que muy rara vez se encuentra interrumpida por el sonido de helicópteros que vuelan la zona.
Nacido en el municipio de Fusagasugá y criado por sus dos padres, que aún se mantienen con vida, Juan Carlos tuvo claro, desde niño, que su futuro estaría en las fuerzas armadas de Colombia, ya fuera en el Ejército o en la Policía; cuando cumplió la mayoría de edad, prestó servicio militar en el Ejército y desde ahí, empezó a forjar el camino que lo llevaría a formar una familia, mientras defendía a capa y espada el territorio de su amado país.
Es el primero de su familia en tener un trabajo como este, o como él diría “el conejito de indias”, porque después de él su primo tomó la misma decisión; tiene una esposa y tres hijos, no ahonda mucho en el tema, puede que sea por mantener la privacidad o por no ponerse sentimental, lo que sí es claro, es que sus ojos azules, azules como el mar de Santa Marta, se abren y su cara está acompañada por expresiones de felicidad cada vez que habla de ellos; puede que no pase mucho tiempo con su familia de sangre, pero si hay algo que ha aprendido en este tiempo de servicio, es que su trabajo es más que eso, es una familia.
“Los tres mosqueteros”, una famosa película de Disney, le dejó al mundo una frase: “todos para uno y uno para todos” y ese es precisamente el sentimiento que se vive siendo un Jungla, Juan Carlos destaca que no sólo se han convertido en una familia, sino que también ha desarrollado confianza en sí mismo, a la vez que suma experiencias a su vida.
Si hay algo que Juan Carlos ha podido hacer, es recorrer los territorios de Colombia, mientras realiza lo que más le gusta: salvar vidas mediante el rol de enfermero y en esa labor, siempre mantiene presente el refrán que le decía su abuela: "cuando usted otorga vida, va a contar con vida".
Durante su recorrido por Comandos Jungla, Juan Carlos a vivido un sin número de situaciones de las que se siente completamente orgulloso. Su relato inicia con una historia traumática para él, pues era casi de sus primeros pacientes. Esta cobra vida en la retoma de Miraflores, un municipio ubicado en el departamento de Boyacá, en la zona andina de Colombia, un lugar en donde el clima no es muy cálido, pues normalmente cuenta con una temperatura de 15 a 32 grados, aunque en su casco urbano la temperatura alcanza los 24; no sólo este factor dificulta el ingreso a la zona, sino también su geografía y en el momento en que Juan Carlos se encontraba, la situación que allí se vivía.
Cuando el enfermero Rueda y todo su equipo logran llegar al municipio, lo mandan a atender un caso: un paciente con una grave herida, que se encuentra en una zona boscosa. A pesar de las dificultades, Juan Carlos lo logra sacar del “área de hostigamiento” como él mismo dice, su cara no sale del asombro cuando observa que tiene un disparo a la altura de la ceja, su misión, en ese instante, es empezar a pensar cuál es el procedimiento a seguir, ¿qué es lo que debe hacer con este compañero?, pero simplemente las ideas no vienen a su cabeza, pues no recuerda haber visto ese tipo de herida en el curso de enfermería y asegura que realmente él nunca preguntó; así que, como puede, lo lleva al área clínica en donde 15 minutos después fallece. Para Juan Carlos fue sin duda un caso difícil, pues para poder llegar hasta la zona en la que el paciente sería atendido, su equipo duró casi 40 minutos en poder trasladarlo, minutos intensos en los que a causa de la herida y como una paloma de la paz que viene y va, la vida del paciente tomaba el mismo rumbo.
Cuando se entera de la noticia, “devuelve la película” dice, y se cuestiona sobre ¿qué fue lo que hizo mal?, incluso llegó a culparse por la muerte del muchacho, pensando que por el desconocimiento de qué hacer ante tan graves heridas, su paciente murió. Uno de sus compañeros, el Teniente Ortiz, se da cuenta que algo le está pasando, porque para él es evidente que desde la muerte del paciente de Miraflores, Juan Carlos ha tenido varias recaídas.
Sus compañeros y el Teniente se dan cuenta que las cosas no están bien con Juan Carlos, e intentan darle mucho ánimo, con palabras como “usted lo hizo muy bien”; sin embargo, y como lo cuenta Juan Carlos, eso no era suficiente, pero, como un Comando Jungla siempre ha tenido presente la hermandad, sus compañeros deciden hacer la solicitud para que envíen la historia clínica del paciente, con el fin de demostrarle a su amigo que lo que él había hecho estuvo bien y que no tenía nada de qué preocuparse o culparse.
Al llegar la historia médica, el Teniente Vásquez, que en ese momento era el encargado de sanidad, le cuenta algo a Juan Carlos que le daría la tranquilidad que necesitaba: “todo lo que usted hizo, sirvió para prolongar la vida del paciente…”, Juan Carlos expresa que en el momento en el que el herido recibe el impacto de bala, ya no había nada que hacer.
Con esto no solo recordó lo importante que es la unión que los convierte en familia, sino que además entendió muchas cosas, entre esas, que no son los enfermeros ni los doctores quienes están sintiendo el dolor, entendió, que los procedimientos se deben realizar como “Dios manda”, que hay que ayudar a los pacientes con palabras que brinden fortaleza y que ante cualquier situación, son ellos los que les ayudan a dar la batalla.
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El Intendente Rueda llega al lugar con la idea de atender al herido, el paciente tenía una pierna amputada, y al ingresar ve cómo sus manos están sosteniendo su cuello, mientras su boca emite las siguiente palabras: “viejo Rueda mire a ver qué puede hacer por mi, pero sáqueme de esta a ver si la otra patica me quedó pa’ algo”. Con una sonrisa, recordando aquella experiencia, Juan Carlos cuenta que lo que comprendió de aquella situación es que lo fundamental es su disposición y la forma en cómo maneja las situaciones e igualmente la actitud de los pacientes.
No cabe duda que una de las historias que más ha marcado a Juan Carlos Rueda como Comando Jungla, fue hace algunos años, cuando le dieron la oportunidad de ir a apoyar al Ejército ya que se encontraban en una situación compleja. Sin preguntar algún detalle, llega al lugar y se encuentra con un campo minado, que había dejado como víctimas a dos soldados. Rueda, sin pensarlo se arriesga a ir por ellos, sin importar que el piloto (que lo había llevado hasta la zona) estaba manoteando y haciendo gestos como si estuviese molesto; tras una larga travesía, los logró trasladar hasta la ciudad de Medellín en donde recibieron la atención necesaria para salvar sus vidas.
Como bien dicen por ahí, todo da sus frutos y eso fue lo que presenció Juan Carlos al volver a Mariquita, al ser recibido por una calle de honor, en la que sólo lo felicitaban por la excelente labor que había realizado; parecía que ese agradecimiento era de ese día, pero para sorpresa suya la noticia trascendió, a tal punto que hubo un reconocimiento por parte del Ejército a la Policía. Para Juan Carlos era una cuestión netamente laboral, es decir, él no sentía que hubiese hecho algo heroico, sino que era algo que cualquiera que se dedique a esta profesión de camuflaje hubiera hecho en su lugar.
Pero sin saberlo, ese año recibiría lo que fuera tal vez el mejor regalo de navidad. El 23 de diciembre más o menos a las 3 o 4 de la tarde, recibió una llamada que no esperaba, “yo pregunté ¿con quién hablo?, la persona del otro lado de la línea me responde soy el soldado tal, y me recuerda que fue una de las personas que rescaté en el campo minado… él me llamó para agradecerme por haber salvado su vida, yo le digo solo estaba haciendo mi trabajo y que no había ningún problema con eso”, cuenta, agregando que “las cosas se complican cuando pasa la mamá del señor y su esposa”, que le dicen que gracias a la labor realizada por él, su familiar había visto crecer a su hijo, que hasta el momento había podido disfrutar a plenitud de su padre. Con sus ojos azules llenos de alegría, Juan Carlos cuenta que esa llamada fue la que marcó la historia que comenzó en un territorio de guerra, una llamada a larga distancia que con simples palabras, transformó por completo su mundo.
Las llamadas no han parado, desde ese entonces Juan Carlos recibe constantemente voces de agradecimiento por parte de los compañeros a los que les ha salvado la vida. Por eso se siente orgulloso de pertenecer a la institución y de ser enfermero del grupo de Comandos Jungla.
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Como decía Héctor Lavoe “todo tiene su final” y todos debemos renunciar a lo que más nos gusta, lo que amamos o lo que hemos hecho por muchos años, ¿por qué? para muchos, por cuestiones personales, para otros, cansancio, edad, una enfermedad y hasta la muerte. El punto es, que el día de “guardar las botas” ya le llegó al Intendente Rueda; llegó el día en el que él le dará la oportunidad a alguien más de que ocupe su lugar y pueda llegar a ayudar a tantas personas como lo hizo él en su tiempo. Llegó el día en el que podrá compartir con su otra familia, porque para él dejar Comandos Jungla, es alejarse de una gran familia que lo acompañó por años, y con la que vivió las mejores experiencias y guarda los mejores recuerdos.
Este hombre de ojos verdes y azules como nuestro asombroso paisaje colombiano, lleva en sus ojos reflejadas todas las vivencias que quedaron marcadas en su vida, aquellas anécdotas que serán mencionadas por sus hijos a sus nietos y que a fin de cuentas se convertirán en historias que pasarán de generación en generación para recordar a uno de los héroes que luchó por este país, día y noche.
Ahora, Carlos Rueda ya no se vestirá más con aquel traje que portó por años y del cual se siente orgulloso; ahora caminará por las calurosas calles de Santa Marta como un civil más; sin embargo, este nuevo “civil” que muchos se toparán, fue un héroe quien dio lo mejor de sí para combatir la guerrilla, no sabemos si aquel vecino que pasa todos los días por la casa con una bolsa de pan para llevar a su hogar, fue en su momento el Intendente Carlos.
Estar en Comandos Jungla es un honor, para ellos está claro y es un honor conocer a personas como Carlos, a las que les brilla los ojos cuando hablan de la pasión que tienen por lo que hacen y lo que llegaron a hacer por proteger a su país y los que habitamos en él.
Intendente Juan Carlos Rueda Martínez
Policía Nacional de Colombia
Foto extraída de la entrevista realizada por el docente Álvaro Velandia