“No disparemos armas, disparemos cámaras”: Raúl Medina
Los últimos 50 años de la historia de Colombia se han escrito con sangre; por más de medio siglo, el país se ha visto envuelto en un conflicto armado que ha dejado alrededor de siete millones de víctimas, desplazados y un territorio que a día de hoy sigue sufriendo los estragos de una guerra disputada entre el Estado y los grupos guerrilleros insurgentes.
En un panorama tan oscuro y dónde parece que la esperanza simplemente abandonó el corazón de los colombianos, varios “héroes” de la historia, que han tenido su trayectoria en el Palacio de Nariño, han tratado de poner fin a este periodo sangriento recurriendo a herramientas como el diálogo, en búsqueda de un único fin: entablar la paz. Tal vez el hombre más conocido de nuestros tiempos es el expresidente de Colombia, Juan Manuel Santos, quién en 2016 logró lo que parecía imposible en un país totalmente paralizado: concertar un acuerdo de paz con una de las guerrillas más temidas de los últimos tiempos.
Han pasado tres años de haber firmado un papel en el que se pactaban ciertos puntos que debían ser cumplidos por ambas partes y aun así el pueblo colombiano no escribe su historia con palomas blancas; para ser honestos, jamás seremos capaces de ver un país, e incluso un mundo en donde no se hable de víctimas, de guerra, de violencia, de dolor, de confrontación y sobre todo, de impunidad frente a los delitos cometidos.
A pesar de estar pintando un pasado, presente y futuro un poco sombrío, es posible ver “la luz al final de túnel” con la Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación, creada por el gobierno de Colombia, que incluye la preservación de la memoria histórica, un proceso de reconstrucción del pasado, con el fin de dejar a un lado la indiferencia e insensibilidad, frente a un tema que compete y afecta a todos los individuos.
La famosa frase de Napoleón Bonaparte, que alude a la evaluación del tiempo, “quién no conoce su historia está condenado a repetirla”, se ajusta perfectamente a este entorno; si bien es cierto que solo una parte de la población ha vivido en carne propia los horrores de la guerra, la reconstrucción de los hechos, no debe ser una tarea que corresponda únicamente a ellos, sino al contrario, a todos y cada uno de nosotros, labor que ha sido ejecutada fielmente por el fotógrafo documental Raúl Medina.
Profesional en Comunicación Social de la Universidad Minuto de Dios (enamorado por el énfasis social de ésta), director de Mass Media Comunicaciones y artífice de un sin número de proyectos que buscan generar memoria para el posconflicto y devolverle la esperanza a los ciudadanos, Medina visitó las instalaciones de la Universidad Sergio Arboleda, para dictar el taller de “Foto reportaje social: un medio para narrar la historia”.
“No disparemos armas, disparemos cámaras”, es la frase que encaja a la perfección con el objetivo que tenía el taller, no sólo es la síntesis de éste, sino que además es el título de uno de sus proyectos realizado en Cazucá, una de las seis comunas ubicadas en el municipio de Soacha, Cundinamarca.
Las narrativas que el país tiene por contar son infinitas, al igual que las herramientas para llevarlas a cabo; la fotografía se ha convertido en la mejor opción para Raúl, que considera esta profesión y este trabajo, como un estilo de vida, una vida que ya perdió la cuenta con el número de veces que su dedo oprimió el obturador y su ojo ubicó el lente para enfocar un rostro y poder retratar la esperanza que tanta falta le hace a este país.
Es fotógrafo documental y eso implica que va más allá de plasmar con una imagen una noticia; él investiga, escudriña y en el mejor de los casos, se convierte en parte fundamental de la comunidad con la que está trabajando, permitiendo de esta forma, que sus historias puedan ser contadas a través de imágenes, que también tienen la función de actuar como una reparación simbólica, en busca de la conocida memoria histórica.
Quien haya estudiado (o esté estudiando) Comunicación Social y Periodismo y no haya escuchado que somos agentes de cambio, miente. “Estamos llamado a contar lo que los medios no hacen”, sí, somos la voz de aquellos que no la tienen y en este mundo plagado de amarillismo, necesitamos hacer la diferencia, apropiarnos y empezar a contar las innumerables historias de nuestras comunidades; así como Raúl, nuestra mejor amiga puede ser una cámara fotográfica, o porque no, un lápiz y un papel, o una grabadora, en fin, hay múltiples herramientas, para un gran número de periodistas.
Sonará un poco a frase sacada de cajón, pero todos venimos al mundo para dejar una huella y en el tiempo en que duremos en este plano, la huella será positiva o negativa. Para Raúl, su huella en el mundo va más allá del dinero, de lo material, su pasión es guiada por una profesión que día a día le saca sonrisas a él y a los protagonistas de sus innumerables fotos; la labor de él es para aquellos que tienen historias por contar y a quienes les encanta desgastar la suela de sus zapatos, mientras recorren el mundo en busca de estas. “Cuando uno hace las cosas de corazón, las cosas funcionan en todo lo que te propongas; para mí, es una pasión ser periodista, para mí es una pasión ser fotógrafo, yo me sodo día a día mi profesión, yo vivo de esto... no soy millonario, pero yo creo que ya poco voy a lograr el éxito”.